sábado, 23 de enero de 2010

Marginalia: Michel Foucault y la arqueología en las ciencias humanas

Artículo publicado por José Manuel Sánchez Fernández en Cuaderno de Materiales Núm. 13: Poder y Control Social.

En este trabajo analizaré las relaciones de dominio que, presentes o ausentes, mantiene el poder dentro de la Filosofía, y cómo estas constituyen una parte esencial de la problemática genérica, que sobre el uso del lenguaje, se planteaba desde la antigüedad y aun de la validez misma de la constitución interna de la filosofía como ontología. Recogidas por Foucault en su amplia obra y sirviéndome como excusa, ampliaré esta situación hasta la filosofía del lenguaje del siglo XX, dado el enorme influjo que parece ha tenido la vinculación entre lenguaje y realidad. Por el camino aparecerán distintos autores aunque brevemente como, Platón y Nietzche, Borges y Eco y el mismo Deleuze usado como marco, dedicando una atención especial a Habermas y Searle. Como convidado sin cubiertos, aparece siempre la “lengua”; como código, registro, o simplemente “campo”, en ningún momento obviada, ya que este es nuestro tema.
Introducción.
M. Foucault comienza su libro Las palabras y las cosas[1] citando otro más famoso aún y que lleva el título de El idioma analítico de J. Wilkins del enorme Borges. En él se dan reunión una serie, una clasificación y un problema.

La serie es el conjunto ordenado, que en forma de catálogo exponen los chinos para nombrar las cosas. La clasificación es precisamente, el orden en que aparecen aquéllos elementos nombrados (meramente). El problema son los chinos y su manía por clasificarlo todo.

Aunque quizá los chinos no sean los únicos que clasifiquen maniáticamente todo, dándole además un orden determinado. El problema de la manía, de la locura, es como muy bien sabemos tema recurrente en Foucault, parece como si lo que hay hubiera sido originado por una locura emergente y contradictoria que se empeña en que todo debiera estar clasificado. De ahí que no quede nada por clasificar, es decir; que la nada es el margen. Aquélla palabra que emerge, a través de la nada es la profundidad, denominada Arqueología; una arqueología que hace de la nada, el contracatálogo del todo. Nihil contra Panta: las palabras y las cosas.

1. El panóptico de Bentham. En él se desarrolla el juego de la individualidad frente a la Universalidad como réplica de la conciencia moderna cartesiana: ver sin ser visto. Conocer subjetivamente un objeto exterior a la conciencia sin que esta tenga contacto, con él. La razón se des-vincula independizándose, siendo pues ajena al mundo. Un tema esencial para la epistemología moderna, ya que todas las ciencias buscan su objeto y su método desesperadamente y si no lo encuentran, como la filosofía, le inventan un nombre: ontología.

1. Punto de partida [2]: una situación de emergencia. La peste como lo peor, en una tragedia en la que todo confluye: la muerte o el nihilismo. La presentación de una situación doble: a) por un lado de emergencia en su sentido sustantivo, es decir de situación límite, desde la que surgen reglas para contener a esta misma situación. Y b) emergencia en su sentido circunstancial, como lo que surge, lo que emerge: las reglas mismas. A esto se le añaden los problemas de la comunicación en situaciones límite: la peste, la carcel y la sociedad.

La peste responde a un fin determinado: tanto huir de la muerte como organizar efectivamente la Sociedad en un espacio inmovil, fijo, petrificado. La pregunta fundamental es por los “motivos” [...] de las acciones por el registro de lo patológico. Un catálogo de la diferencia ya que la normalidad se ha perdido.

La carcel: el espacio limpio, aséptico, ¿vivo?, ausente de “microbios”es decir de pequeños vivientes, de contaminación que constituye la norma “fija”, el ideal: son las ideas claras y distintas. En asimilación con el hospital, cúlmen de la limpieza y la salud. El objeto pues es la salud y su mantenimiento.

La sociedad: el ejercicio del poder se da por entero ... de un golpe, bajo una figura jerárquica. Es el “principio de individuación”. Junto con el problema de la verdad y la legitimación de un Estado. Una vez más vemos a la ontología entrando “junto con” y “desde” la situación límite.

Dentro (del límite) se encuentran las grandes teorías sobre la constitución del Estado, y así entroncadas con aquéllas que proponía un modelo natural de éste: la ilusión del Estado de Naturaleza pertenece al jurista (J. Locke). El Estado de Peste pertenece al gobernante, y es el campo abonado para la intervención factica y ejecutiva, en la que se producen las demarcaciones, que nos dicen verdaderamente quién está “sano” y quién loco. Quién es normal y quién anormal.

2. La propuesta [3] concreta es el panóptico de Bentham. Un pequeño teatro para una pequeña obra: la vida del hombre y su ámbito visto desde la jerarquía vertical de la jaula. En la carcel, la masa se constituye como lugar de intercambios que configuran una relación Visible e Inverificable como las dos notas del diseño panóptico. El Panóptico finalmente es la máquina de efectos homogéneos de poder. La casa de convicción. También máquina de experiencias para la modificación de las conductas, única clave del poder en sentido moderno en su sentido del comportamiento: psicología, aprendizaje, escuela y vida.

3. La clave [4] de la máquina consiste en que el destino del vigía está ligado con el del preso. Un funcionamiento ideal que mata lo que se mueve (peste) frente al funcionamiento que no se mueve (estado). Pero no es onírico, sino real. Es un modelo multifuncional; que distribuye el espacio y los cuerpos como objetos. Su excelencia es su propia fuerza (p.209). La máquina democrática: otra vez aparece en él la relación vigilante-vigilado. ¿Quién será el vigilado?. La función teológica nos conmina desde el “Libro”; la Biblia: “creced y multiplicaos, llenad la tierra” (Gen 1,28). El panóptico controla desde abajo. Es la verticalidad que desde la ontología, determina el estatuto de poder como relación subordinante-subordinado, pero siempre práctica como proceso de subordinación.

4. Dos imágenes de la disciplina[5]: 1) La institución cerrada: el panóptico suspende el tiempo, que no se mueve, porque la humanidad está muy contenta con sus dioses y sus mitos: el progreso y la racionalidad.

2) El mecanismo que como un dispositivo funcional constituye la clave para las ciencia Naturales y las Sociales en tanto que unidad de método.

5. Procesos profundos [6].

1) Funcionalidad. Aumento de la utilidad posible de los individuos. La aptitud en la selección y la velocidad en el taller equivalen a una mayor productividad. El hombre es ya una pieza de la máquina.

Tres consecuencias de la an-alfabetización: a) Ignorancia de Dios y Ateismo. Por lo que se podrían cuestionar otras ideas, téngase en cuenta que el modelo es teológico, así que su desarrollo debe ser una especie de sustitución de Dios por la Máquina del Estado; el gran rodillo. b)Holgazanería y Sentimiento de culpa. Sentirse culpable por no trabajar y contribuir. Es la noción de “vago” que en francés es “clochard”; desarrapado sin responsabilidades, alcoholico, inmaduro, es decir y en definitiva no-individuado. Así desde pequeño te educan para ese trabajo ... inculcándotelo. c)Partidas de mendigos y Masa. La masa es el problema del auténtico intercambio de experiencias y por tanto del “cambio social”. Disolver la masa por una individualidad es suspender la marcha social que como resultado instaura el inmovilismo.

Lo que más molesta al legislador es que los “ciudadanos” no se aujsten a un modelo que tiene que ser teista, trabajador e individual y que está basado en las tres ciencias de la modernidad: la Teología (protestante primero y católica después), la Economía y el Utilitarismo. Las tres configuran al hombre moderno como base y sujeto de derechos, que puede perder, si su comportamiento no es el adecuado. La disciplina se realiza como técnica que fabrica al individuo útil, inserto en el mecanismo de la vigilancia y el castigo.

2) Jerarquización. La escuela no sólo educa a los hijos sino también a los padres. La diseminación de instituciones que controlan el proceso educativo: Escuela, Catequesis, Asociaciones benéficas. Sus objetivos son : religiosos, económicos, políticos. La investigación empírica del comportamiento del ciudadano para que provoque uniformidad.

3) Extensión a la nación. Aparato coextensivo al cuerpo social entero. En la minucia de sus detalles. Lo infinitamente pequeño es lo más importante.

Esto se diseña en un sistema de doble entrada: a)El poder regio (arriba) y b) la denuncia particular (abajo). De modo que todo el mundo está vinculado a lo que se hace en la calle y en las casas. Comienza la sospecha y la persecución. Todo aquello que se criticaba de las tribus por ser míticas y atrasadas, es aplicado estrictamente a la sociedad de la modernidad.

De modo que la función disciplinaria es de la policía y no meramente perseguiendo el delito, ya que algunas veces no se es “consciente” de que se esté cometiendo un delito.Una física, una anatomía, una disciplina: un modelo organicista que transforma la célula familiar de la que saldrán los individuos privados. El Estado entonces fabrica individuos comenzando con la ruptura (Xorithmós) de las relaciones directas entre pequeños comerciantes y clientes, hacia las relaciones del Capital con el Dinero. Así quedará establecida la nueva familia, como nutridora de la Sociedad del Dinero. Pero ¿cómo se puede fabricar un individuo, si este no existe sino en tanto que relación económica?. Si rompes la relación, el individuo desaparece.

6. Formación de la sociedad disciplinar [7]. Tres tácticas:

1) Reducir costos en el ejercicio del poder (económico) y por tanto precisar en el alcance (máximo) de sus efectos. Aumento de la docilidad y la utilidad de los ciudadanos.La técnica disciplinaria pule defectos, diferencia aptitudes.

2) Modalidad panóptica de poder. Legitimación de poder jurídico de una clase social. ¿Será correlativa entonces, la instancia política en su institución como burguesía con el trasfondo de disimetría?. ¿Puede haber una separación del capitalismo burqués orientado sobre bases jurídico-igualitarias (que luego devendrán disimétricas) por medio de la reestructuración de lo jurídico mismo?.

La prisión se ejerce, es decir, actúa como torsión del castigo por la vigilancia. El derecho sale fuera del sujeto y se exterioriza en la norma fija e inamovible.

3) Visión histórica: Hospital, escuela y taller (este es el proceso histórico). Otra vez las tres ciencias, la salud, la educación y la economía.

-Doble proceso: a) Desbloqueo epistemológico: lo disciplinario ha constituido las ciencias del hombre. b) Multiplicación de efectos por acumulación de conocimientos: el punto final sería un interrogatorio sin fin.

Conclusión. Al contrario de lo que parece, el modelo del panóptico constituye un auténtico fundamento para la instauración de la disciplina y la uniformidad de la sociedad Moderna. Aspectos destacables son el aumento de la utilidad y las capacidades de los denominados ciudadanos, que son controlados. Así mismo resalto que nadie escapa al panóptico, ni siquiera su creador.

1.2. Primera lectura. Hermógenes discute con Cratilo sobre la conveniencia o naturaleza del Lenguaje. Parece que aquí se origina la vinculación de las palabras y las cosas, la vinculación de lo que significa la relación y si ésta existe, más allá de la mera representatividad [...] camino equivocado, a vueltas otra vez con el Lôgos.

Primer problema; las palabras no poseen una relación ni estricta ni artificial con las cosas. Todo lo más chocan y se dan golpes, a ciegas, como Borges, como cualquier ciego, porque en este tema todos somos ciegos, hasta los que no pueden ver. Veámoslo en su desarrollo arqueológico.

1. Marginalia pues como el estudio de la colectividad que no es lo que se supone que debe ser. En vez de una taxo-nomía, como Logos de la clasificación, una taxi-nomía, como esquema de la orientación. Por eso entre las palabras y las cosas hay una partición vertical, determinada ... es el problema del camino y de su error. Asumamos pues el error: No hay una partición entre las palabras y las cosas; Nietzsche dice "Temo que no vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática ..."[8].

Lo resumo como un problema de ontología; el clásico. Pero no de fenomenología que es como preguntar por la cosidad de la cosa. Fenomenología consiste en que la palabra asuma a la cosa como algo más. Y la palabra será cosa entre cosas: experiencia. La partición entre las palabras y las cosas es horizontal: que hay partición y por tanto metafísica, pero como analítica de la finitud.

Borges titula su relato El idioma analítico de J. Wilkins ya que no por eso es verdadero ni auténtico, sino analítico: que se construye en su mismo despliegue. Que podamos nombrar juntos a un camello y al ojo de una aguja [...] A la vez que no son tomados como metáforas. Porque lo que trata de evitar Foucault es la excesiva metaforización de las palabras en su dominio sobre las cosas. La palabra es siempre ejercida desde una posición, desde una legitimación determinadora. Así recorre verticalmente el mundo del discurso (el único que hay) y lo atraviesa dañándolo; valorándolo. En cambio, la arqueología recoge la tarea horizontal, que desde el contexto emerge creando ámbitos, reglas, usos y como no, legitimaciones.

La ruptura con la ontología, sea esta en la peculiaridad en que se presente, formal (fenomenología) o material (axiología) conlleva la supresión del punto de vista vertical. La base de la Epistemología y su crítica, se encuentra en una ontología direccional; es decir, pre-orientada apriori, trascendentalmente. En estas tres notas del concepto ontología, que una vez reformadas en la modernidad, constituirán, eso si ocultamente, la base para la Teoría de la Ciencia moderna.

Señala Foucault, dentro de la linea constitutiva de la ontología, cuatro marcas características que la definen y que hoy, todavía señalan el decurso de las filologías en su gramática generativa. Son la Convenientia, la Aemulatio, la Annalogia y la Sympathia. Corresponden evidentemente a una concepción medieval heredada de Aristóteles y sus "tropos", primer intento de superación del callejón del Cratilo que siempre quedará sin resolución. Responden pues al mismo esquema: 1) Conveniencia de las palabras y las cosas, es decir; relación estricta, bien de la una sobre la otra o recíproca: copertenencia e influjo. 2) Emulación; “representatividad” que corresponde a todas las teorías clásicas desde Platón, Agustín, Aquinate, Descartes, Kant etc. 3) Analogía y Lógica del referente, principios e isometría. La no-contradicción y la razón suficiente. 4)Corresponde a la vertiente estética-trascendental-psicológica, es decir al ego cogito cogitatum (profundidad). Las cuatro similitudes acercan el mundo al yo y el yo al mundo, la palabra a la cosa y viceversa. Toda la Teoría del conocimiento y en concreto la epistemología ha sido un intento de fundir, limar y superar la diferencia irreconciliable entre las palabras y las cosas.

La desocultación que nos ofrece Foucault se opone al des-ocultamiento de la Arqueología del antropólogo, que excava con una pala en la tierra del mundo buscando "restos" relevantes y que al quitarles el barro, limpios ya, ofrecen su grandeza como monumentos. Desocultación es el proceso que abre arqueológicamente una profundidad horizontal, decursiva, inmanente, contextuada: un ámbito plenamente experiencial. Una región, un campo de análisis.

El grave problema de la finitud o de la contingencia frente a la trascendentalidad, nos lleva siempre a que suprimamos esta última y a la pérdida de sentido e hilo conductor que nos había acompañado de forma fundamental a través de la idea y sobre todo de la práctica de la Historia. Suprimido el corte epistemológico y una vez asumida la contingencia, al hombre liberado le queda la depresión, la carencia del plus que le otorgaban las ideas orientadoras (Dios, el Ser, el Logos). En cambio, si realmente tomamos en serio a la contingencia, abrimos un nuevo espacio (otra vez con los espacios) el de la positividad, es decir, el de los hechos asumidos como el catálogo de los acontecimientos y la arqueología como el estudio inacabado de ese catálogo.

Fuera ya y alejados de toda orientación trascendental, nos queda la orientación trans-empírica, aquélla que asume la separación total entre palabras y cosas. Consecuencia: todo es lo mismo y por tanto, todo es lo otro (la nada). La ontología niega la posibilidad misma de la nada, ya que construye un mundo desde la contingencia y claro está, esa nada no existe. Es decir; o bien coloca a la nada más allá del mundo (panteismo) o la ubica al margen (teismo y positivismo). Buscan pues un momento fundador en el que todo fue dicho. Foucault asume el papel de la "nada", pero no ontológicamente, sino que la desacraliza, rompiendo el presupuesto teológico que siempre la acompañaba y la coloca en el margen de las ciencias. La nada es aquéllo que no es considerado como relevante por los científicos; la frase común de una pelea que a la vez es una descarga psicológica y una amenaza: "ya no representas nada para mí" [...] "aquélla persona no es nada en mi vida". Una nada por tanto sustantivada y así con existencia verbal.

2. Los problemas de la nada. Pero Foucault asume valientemente el, papel de la "nada". La denomina marginalidad, intersticio, emergencia; en una palabra: posibilidad. El cambio semántico de este término corresponde a que era usado a posteriori; posibilidad es aquéllo que puede no ocurrir. Ahora, posible es asimilado por contingente: aquéllo que puede ocurrir (ya que configura la aparición entre los huecos expuestos por las ciencias), de aquellos acontecimientos divergentes que no poseen explicación y sobre todo que se comportan de forma anómala, inestable, que no constituyen un objeto. Y por tanto no hay ciencia de ellos, porque la ciencia se constituye con un objeto y un método. La ciencia es cosificadora, adquiere un objeto por poco dinero y lo convierte en regular; es decir, hace círculos de cuadrados limando los vértices. La ruptura con el continuismo de teorías como la evolucionista o las de Mercado, abre las relaciones de la arqueología y la epistemología reformada.

Experiencia es el término empleado. Aquello que no puede ser ni obviado ni pasado por encima. La experiencia de lo contingente, de lo mismo pero a la vez de lo otro: de los márgenes. Rota ya la metafísica del lenguaje, el trabajo y la vida, nos queda todavía un ámbito in-explorado: aquél que señala y emerge entre la cotidianeidad, a través de las regularidades.

Hay experiencias inclasificables, casi únicas, aquéllos fenómenos de los que habla la estética del XVIII, la genialidad y la obra. Pues también quedan rotos. Sustituidos por una auténtica experiencia límite, la del límite mismo; la de la locura. La arqueología destaca aquello que no puede ser reticulado mostrando una ciencia que emerge en su proceso, por eso no es clasificable: porque se está haciendo constantemente a costa de no terminarse nunca. Y precisamente por eso le vienen sus problemas, porque para establecer una epistemología, una Ciencia ha de cerrarse fijando unas reglas como marco para el relato.

Me interesan especialmente el aspecto abierto y discontinuo de las ciencias emergentes. Es a la vez un problema histórico y epocal. Pertenece al mismo decurso de los acontecimientos, que ellos solos y con la ayuda del lenguaje se van construyendo. La pregunta definitoria es: ¿cómo puede ser catalogado un acontecimiento emergente?, o más bien; ¿podemos en efecto catalogarlo? ... ¿ocurriría algo si no catalogasemos pero fuéramos conscientes de él y viviéramos su emergencia?.

3. La locura nos molesta porque es un problema antropológico. La tribu rechaza aquello que trastoca su esquema categorial. Se buscan curas médicas y clínicas para la locura y la homosexualidad: error. Incluso buscan una cura para el dolor. Y el dolor es lo único que la medicina no puede curar. Es lo que nos hace más hombres en un sentido antropológico. La crítica de la epistemología y su sustitución por una metodología que no esté cerrada, y que a la vez no se adscriba a ninguna en concreto. Formar una nueva epistemología es cambiar el sentido de la arqueología; una ciencia del catálogo inacabado.

Tronco común con cualquier epistemología, el discurso se configura como espacio intersticial. Las epistemologías habían abierto un espacio para la ontologización de la realidad. Maniobra que fue construída a priori y de forma constante durante poco más de cinco mil años. Allá por los primeros poemas védicos. El problema de la ontologización, es la toma de sentido sobre lo real, de la apuesta definitiva de la relación de las palabras con las cosas. Hay pues un problema, la onto-logización. La toma del sentido de una realidad que es construida fenoménicamente y que es abordada experiencialmente. ¿De qué forma abordaríamos la realidad, si no fuera experiencialmente?. Hay otras formas de penetrar en ella. Quizá de forma intencional, otro rótulo para la experiencia.

La ontologización viene precedida pues de discursos, de lenguajes orientadores, así mismo que de posiciones, teorías etc... que contribuyen para formar un espacio reticular de conceptos, reglas, valores ... todo ello formalmente aceptado, rígido y sin fisuras.

Pero estos espacios también están constituidos por huecos, fisuras, campos de posibilidades que son transformaciones, abiertos, renovadores y sobre todo que asumen su tarea ontológica de forma particular. No le piden al ente que sea base universal, ni ladrillo de un muro de carga. Son en cambio piedras de un camino que sólo se distingue de la maleza por su trazado, es decir, por la linea que recorta a través, por ejemplo de un bosque. Un niño que hubiera venido de la ciudad al campo y no conociera el paisaje, quizá confundiera el camino, visto sobre todo desde lejos, con unas rayas puestas sobre la tierra, o sobre el verde del pasto. De hecho y muchas veces, en las montañas confundimos arroyos naturales con caminos ya que en verano se encuentran secos. Aunque siempre nos dan pequeñas pistas. También la ontología nos da pistas. Nos dice que todo es una cosa, pero sólo parte de ella es un objeto. Otras veces nos dice que la diferencia se da entre la cosa, el objeto y el objeto-cosa. Los espacios son distendibles en el campo. Tardas varias horas en recorrerlos. Pero nunca son uniformes, contienen pequeñas irregularidades que los hacen por eso mismo transitables.

4. Construcción de una arqueología desde la desespecialización de los lenguajes marginales. Primer paso: del discurso como base ineludible para la comunicación, debido a su total contingencia, hasta la construcción de una epistemología al margen como culmen de la transformación. Segundo: transformar una ciencia y su objeto en una metodología pragmática suprimiento la trascendentalidad. Y no habrá ya ninguna mística más.

¿Qué puede suponer la trascendentalidad para las ciencias humanas?: nada, porque su mismo nombre indica ya trascendentalidad. ¿Es posible que cambiando de nombre cambie la orientación?: no, porque si lo ejecutas como gesto renovador, aunque le cambies de nombre, continúas trascendentalizando. ¿Qué hacemos entonces?: asumamos el carácter perentorio de todo sistema y dejemos que se desarrolle sin propuestas de futuro (o futuristas), como la formulación de la utopía. Pero una formulación que parte de reglas y constitutivos como otra cualquiera, aunque la asume como parciales, en definitiva renueva los cimientos de las Epistemologías clásicas. Se desarrollará en el siguiente esquema direccional: discurso-regla-dominio-epistemología.

La cuestión del poder: legitimación de discursos y la aporía epistemológica. Para Foucault, el poder opera exteriormente, orientando las adquisiciones de la cultura. Constituyendo un instrumento más de la marginalidad. En el panóptico, el poder estaba dirigido para el sometimiento y la regularización del individuo: la política como una forma de epistemología concreta y orientada.

Arqueología como forma de poder, análisis de los espacios soterrados, de una metafísica que opera bajo una lógica de la dispersión, pero metafísica al fin y al cabo. ¿Hay buena y mala metafísica una vez disuelta la ontología?. O también hay buena y mala ontología.

2. Desocultación Habermasiana.

Habermas construye un proyecto que se ubica en las fases más evidentes de la modernidad, dedicado a la crítica de las fuentes de la racionalidad unido a la ampliación del concepto de comunicación a través de la razón. La vía habermasiana, la tercera vía del liberalismo social, aquélla que trata de emancipar práctico-socialmente a través de las categorías de trabajo, comunicación y autorreflexión, choca contra la más cruda realidad. La modernidad de la que nos habla Habermas es una idea más de la razón; un proyecto, una utopía. No así la cotidianedidad en la que vivimos, llena de manipulaciones de todo tipo: políticas y económicas, de multinacionales y de bebidas refrescantes ... llena también de abusos pero sobre todo de homogeneidad. Es aquí en donde confluyen las dos críticas fuertes; la de Foucault aplicando su análisis en los márgenes, como aquéllos aspectos olvidados, ocultados, desestimados de la vida, la que con tanto trabajo, a fin de cuentas vivimos. Habermas analiza los fenómenos de interés, que también son marginales en tanto en cuanto pertenecen a la constitución de la misma racionalidad. El interés orienta nuestra praxis, por eso también es marginal. Ese interés se encuentra al margen de la racionalidad que es eminentemente comunicativa, abierta, universalizadora o con pretensiones de totalización. Pero el interés, aquél acicate de la razón, orienta la praxis de forma co-perteneciente. Son los intereses, es decir, las determinaciones las que corresponden a la modalidad de la orientación de las acciones y como tales las llevan hacia su consecución real (efectiva).

Esto configura un mundo “real” de interrelaciones que son mezclas de intereses, del mismo modo que en la relación diagramática Foucault nos presenta un plexo de reglas y tensores de la realidad. El discurso como relato es similar, es decir, lleno de puntos de contacto, más de los que aparentemente convergen en la mera temática de la comunicación y el discurso. No hay forma posible de enfrentarse a la realidad hoy así constituída más que por medio del discurso, que en Habermas es una parte de la Comunicación. El otro polo es la orientación lógico-constitutiva de la racionalidad; la capacidad de intersubjetividad, aunque el discurso sea un medio, bajo unas reglas y una normatividad.

Habermas diseña un espacio (plexo) de posibilidades de carácter poiético-normativo. Se cuestiona el porqué de una realidad que podría orientarse de otro modo; sin coacciones: un Ideal. Pero; ¿funcionará la capacidad de autorestricción de cada integrante para “orientarse” sin querer (al menos explícitamente) agredir a su interlocutor?. ¿Es lícito pues liberarse de los prejuicios coactivos y asumirlos como consecuencia de la comunicación y su facticidad?.

2.1. Habermas y el poder como Aporía.

El reconocimiento de las condiciones en que se ejercita el poder como acto consciente y efectivo de normatividad se trata como fenómeno de las sociedades modernas. Hay por tanto una aporía en el poder. a) Como ejercicio concreto de normatividad está configurado en las sociedades modernas. b) Como control de las acciones de los sujetos insertos en estas mismas Sociedades.

Habermas[9] abre y desoculta la constitución punitiva (Hegeliana) de los Estados modernos. La base limitativa y de gestión de las propiedades constituye el marco de normatividad de la Modernidad.

Pero hay otro poder: la fuerza ilocucionaria del lenguaje. De modo que ciertos sistemas de normatividad se articulan sobre la conveniencia de que las acciones están orientadas por discursos. El aparato legal es un texto que se refiere a las posibilidades de acción dentro de un Estado. Los actos de habla conminan para que el oyente crea, confíe, espere, obedezca o ame aquello que es emitido por el hablante concreto. Y ahí reside la fuerza, en la confianza y la responsabilidad ante lo que se prometió o denegó. Aunque esta relación sea lingüístico-pragmática es así mismo de poder.

Veámoslo en un ejemplo concreto; cuando se habla a alguien hay que mantener una posición, máxime si este además hace lo que le pides ... o lo que le ruegas, o simplemente lée lo que ve escrito en un libro. Las palabras para Habermas, siguiendo a Searle, poseen poder; esto es indiscutible, pero con dos caras 1) aquélla que posibilita la comunicación y ese concepto de progreso (...) 2) cuando no es posible más que una lectura vertical; dominadora.

1) Habermas y Foucault: aunque la relación sea de transversalidad, el poder es ejercido de forma directa. Los discursos nos mueven hacia la experiencia. La denuncia de Foucault contra Habermas representa la ubicación en la mera discursividad de lo mismo. Es pensar que el poder es trascendental o que no podemos cambiarlo cuando no es ni más ni menos que un lenguaje más, categorial y sobre todo Institucional. Ya que estas instituciones se crean a partir de un lenguaje muy determinado que las separa de otras instituciones y las distingue.

2) Lenguaje, Institución y Verdad: el progreso.

Una nueva forma de retomar el proyecto Ilustrado: el progreso. ¿Es progreso poner una hoja encima de la otra y así hasta mil papeles? Porqué entonces decimos que es progreso cuando técnicamente ejercitamos unas capacidades para, por ejemplo, viajar más deprisa.

No puede haber un progreso moral ya que claramente, todo intento de sustituir o avanzar en una linea de comportamiento, conlleva una serie de consecuencias que hay que asumir. Sería progreso moral si cada individuo viviera miles de años descubriendo que los sujetos de su época eran “peores” que los de la nueva. Pero para eso necesitaría un cambio cualitativo importante, un segundo neolítico que abriera la posibilidad de construir una segunda racionalidad.

Progreso moral es sólo y en este sentido restringido habermasiano una serie de “logros” concatenados que parchean la vida y la mantienen alejada de la completa indigencia. Pero somos indigentes en muchos términos y así el progreso moral no se daría nunca de forma concreta.

Progreso moral y posibilidad de vida alejada de lo oneroso ... de las cargas, de los inconvenientes de la lucha descarnada. Hay que pensar más en el progreso y menos en la Economía. Un progreso real cambia un estadio en otro y aquello que resulta es singularmente nuevo. Si no, sólo se da perfeccionamiento.

3. Relaciones y temas comunes.

En cuanto a pragmatismo y comunicación, por mucho que nos empeñemos en ver trascendentales o a priori históricos por todas partes, las relaciones pragmáticas mueven el mundo fáctico, contingente. Desde las reglas que son indispensables (como la botella de leche que compramos en el supermercado) para el lenguaje, hasta la configuración misma de la experiencia teórico-práctica, indisoluble, las relaciones pragmáticas son la vida en su plexo de acciones.

Pragmatismo es unión indisoluble entre teoría y praxis, de reflexión, hechos, acciones y actos. Y no una teoría sobre mercados liberal y avariciosa. La relación pragmática con la realidad supone una copertenencia de los elementos que se dan (acontecimientos, cosas, objetos) y aquéllos que construimos desde la racionalidad; hechos, acciones, valoraciones.

Hay un cruce muy ilustrativo entre esta concepción y la fenomenología, y no precisamente de la conciencia o de las esencias eidéticas quasi-divinas. Fenomenología de experiencias somático-trascendentales, es decir, aquélla parte del fenómeno que también forma parte de la cognitividad humana y que supone 1) una construcción y 2) una manipulación. La cognitividad humana es así indisolublemente teórica y práctica; eminentemente pragmática.

Una vez más insistiré en una idea más modesta para la pragmática 1) uso de esos elementos 2) marco en donde se usan que equivale a mundo como experiencia e interrelación. Claro que el hombre es nucleo de experiencias. Es un cuerpo que posee necesidades muy fuertes, desde las meramente bio-somáticas de respiración y secreción hormonal a las mediadas por la cultura, que van desde la comida a la ropa, el elemento más inutil que se ha podido construir, pero acaso el más estético y por eso mismo valorado en su complejidad de formas, que no de usos.

Pues bien, todas estas experiencias están construidas bajo el marco del lenguaje, del discurso, de la comunicación. El problema es hacer de esto una mística al uso, exagerar retóricamente aquello que se profiere y convertirlo en apariencia sin contenido (también la ropa y el vestido son formas de comunicación: los colores) en mero relato.

Las relaciones pragmáticas son mucho más serias, suponen una interacción entre comunicadores así como una acción frente a lo que nos rodea. Veamos de qué forma.

a) Ilícita en tanto que relación pragmática básica como aquélla que toma elementos de la experiencia y se aprovecha de ellos para el beneficio propio, pero sobre todo para la desdicha de los demás: talar un bosque protegido para enriquecerse con la madera. Más aún quemarlo y así destruirlo y después comerciar con los despojos.

En la vida humana también comerciamos con los despojos de las comunicaciones. Imponemos argumentos coactivos basados en la posición social y epistemológica que ocupamos (verticalidad).

b) Relación prágmática lícita: corresponde a la acción que de forma responsable, asumiendo las consecuencias propone la misma vida. Sabemos que hay acciones que son ilícitas; por ejemplo investigar en la energía nuclear como técnica de defensa armamentística. Se puede hacer, de hecho se hace, pero no es adecuado. Confundir pragmatismo con ausencia de eticidad es no creer en brujas e ir protegido a todos lados con amuletos.

c) La relación pragmática auténtica que disuelve cualquier concepción ontologista de la realidad o de la experiencia. Es decir, le cierra la posibilidad de un a priori histórico a la vida. Vivir pragmáticamente se sitúa en el ámbito de la mundanidad, de la posibilidad para la acción.

4. Conclusión: pragmatismo y reglas del lenguaje.

Continuando con una tradición analítica muy fuerte, Habermas introduce los Universales pragmáticos como elementos que configuran la comunicación en todos los seres humanos. Que se denominen Universales provoca una cierta sospecha no menos que la relación con unas reglas constitutivas y regulativas que constriñen pero a la vez permiten el discurso.

El problema de las reglas es tratado de forma análoga en los dos autores, casi recurrentemente, aunque siempre bajo dos orientaciones: la emergencia marginal de Foucault y la Teoría de las reglas de J. Searle. Ambas inciden en la peculiaridad de las formaciones discursivas. Ambas también proponen su uso como el elemento fundamentador (aun contingentemente) de la Comunicación. Es en las reglas, como forma pragmática en donde confluyen ambas concepciones, ambos correlatos.

Se ha hablado mucho del análisis foucoltiano de las cuestiones laterales (marginales): ¿qué es una regla sino lo más lateral y lo otro de un discurso?. Habermas propone un uso mediato-orientador de las reglas para la comunicación intersubjetiva, pero ¿a qué precio?. Justo en la brecha surgen las discontinuidades y comienza a alejarse de Foucault; como universal pragmático. Foucault le diría; cada regla emerge en un contexto que es un dominio de objetos lingüísticos y que no está más orientado en este siglo de lo que estuvo en el pasado, sean estos los que fueren.

Será quizá la regla la auténtica relación pragmática?. ¿Será el uso dado por Foucault o Habermas distintas mediaciones lingüísticas?. J. Searle nos dice que una regla nos ayuda a jugar al ajedrez pero que también el ajedrez surge como regla en el momento en que es planteado y tematizado como plexo. El ajedrez es un buen ejemplo, quizá más occidental y mejor comprensible que el de los Chinos y el código binario. Este sistema de numeración tan sencillo en su esquema, en tanto que consecución de unos y ceros, consigue “representar” muy fielmente la estructura de la realidad; todo-nada. Las palabras y las cosas.
Bibliografía:
Borges, J. Otras inquisiciones “El idioma analítico de J. Wilkins”. (1952). Alianza, Madrid, 1997. pp.154-161.
Deleuze, G. Foucault. (1987) Paidos, Barcelona.
Eco, U. La búsqueda de la lengua perfecta. (1993) Grijalbo-Mondadori, Barcelona.
Foucault, M. Las palabras y las cosas. (1987) Siglo XXI, Madrid.
Arqueología del saber. (1984) Siglo XXI, Madrid.
Vigilar y castigar. (1987) Siglo XXI, Madrid.
Habermas, J. Teoría de la Acción comunicativa I y II. (1987) Taurus, Madrid.
Nietzsche, F. El crepúsculo de los ídolos. (1973) Alianza, Madrid.
Platón. Cratilo. (1983) Gredos, Madrid.
Searle, J. “Que es un acto de Habla”. (1977) Cuadernos Teorema. Nº 15.
Notas:

[1] Añado una bibliografía al final del artículo, aunque más que sistemática haya resultado orientadora, exceptuando el caso del panóptico, en el que cito textualmente siguiendo la paginación de la edición castellana, ya que considero que la estructura del escrito así lo requiere, llámenlo si quieren una manía.

[2] Vigilar y castigar. Sección segunda: Disciplina. Cap III Panóptico. La numeración de la página corresponde a la edición citada en la bibliografía. En este caso, Cfr. pp.199-203.

[3] Cfr. pp.204-206.

[4] Cfr. pp. 208-212.

[5] Cfr. p. 213

[6] Cfr. pp.213-218.

[7] Cfr. pp.221-230.

[8] Nietzsche,F. El crepúsculo de los ídolos, 5, según la edició citada en la biblografía.

[9] En especial sobre todo la Teoría de la Acción comunicativa

domingo, 18 de octubre de 2009

Marginalia...

Marginalia (plurare tantum) es el término general para designar las notas, glosas y comentarios editoriales hechos en el margen de un libro, El término también se usa para describir dibujos y manuscritos ilustrados medievales. No se debe confundir las marginalia con signos, marcas, o garabatos hechos por el lector en los libros.

Ahora, en un contexto psicosocial de cara al siglo XXI enmarcado por la globalización excluyente, el «pensamiento único», y el capitalismo mundial triunfante, propongo un uso diferente del término:

Asocio la palabra marginalia con el término «marginalidad»; ese espacio intersticial ubicado en el margen (pero no al margen) de la aldea global, que conserva desde la intelectualidad crítica un proyecto, un trayecto, una perspectiva y una prospectiva alternativos a los implementados globalmente por dicha globalización excluyente, con su «pensamiento único», y su capitalismo mundial triunfante. Aquí también es importante no confundir esta marginalia con el fenómeno de la marginación, pues éste sí que ha puesto al margen a millones de seres humanos de la denominada aldea global, excluyéndolos de varias formas, de manera inhumana.

El "nuevo" propósito de este blog es pues discurrir por el análisis de esta nueva marginalia desde una perspectiva existencial concreta y en posible diálogo con otros, sea de forma teórica, práctica o relacional.